Hombre con muchos pensamientos

Me paso la vida preocupado, ¿Qué hago?

¿Quieres aprender a desconectar?, ¿Te ha pasado qué por más que quieres estar tranquilo es imposible?

Hay momentos en los que por más que queremos desconectar de determinados temas, nos resulta muy complicado. A continuación te vamos a explicar como aprender a desconectar.

A la mínima, estamos hiperactivados y cualquier cosa que sucede en nuestro entorno, hace que lo analicemos al dedillo.

¿Por qué sucede esto? En el articulo de hoy te cuento el porque de la preocupación constante y algunas claves para gestionarlo.

¿Por qué me preocupo tanto?

Hay muchas variables en juego sobre porque no somos capaces de estar tranquilos en algunos momentos. Os cuento cuales son los factores más relevantes o que más relación muestran.

Por un lado, la necesidad de control. El querer tener todo bajo control es uno de los aspectos que más nos tienen preocupados, y esto es así, por la dificultad para asumir la incontrolabilidad y por tanto, la incertidumbre.

Es importante tener en cuenta y ser consciente que, al igual que la perfección no existe, lo mismo sucede con el control. Tenemos que intentar ejercer control sobre aquello que depende de variables internas, es decir, nosotros mismos, y abandonar ese control hacia las variables externas, todo aquello que no depende de nosotros y no está en nuestras manos.

Otro hecho que nos mantiene en constante preocupación es la necesidad del “hacer”. Parece que cuando uno está tranquilo y desconectado no está haciendo nada, está parado. Y es que, el no hacer nada ya es hacer algo

Es importante cambiar nuestra percepción respecto al descanso: el estar más desocupado o descansado, no es sinónimo de improductividad, todo lo contrario. Si realmente queremos ser buenos y productivos en algo, debemos darnos esos momentos de relax y desconexión, sino va a llegar un momento en el que ni nuestro cuerpo ni nuestra mente, van a poder seguir adelante.

Quizás, pueda ayudar la siguiente analogía: Cuando un coche hace unos cuantos km, es necesario, y vemos necesario tener que parar a echarle gasolina, incluso hacer un descanso.

Lo mismo sucede con nuestro cuerpo y nuestra mente. Funcionan como un coche, de tal forma que, cuando lleva varios km recorridos, si queremos que su funcionamiento y rendimiento siga siendo óptimo, es importante, parar, descansar y desconectar, en definitiva, ¡recargar pilas!

Y el mero hecho de descansar, ya es hacer.

También puede suceder que lo que no nos deja abandonar esa preocupación, es nuestra mente hiperactiva. Desde una perspectiva neuropsicológica, se suele hablar de que esta mente hiperactiva es como una droga, de tal forma que, cuanto más piensas, más quieres.

Mujer con nerviosismo con ganas de aprender a desconectar

Por último, un punto muy importante que tenemos que tener en cuenta y ser conscientes de ello, es tratar de detectar e identificar cuando toda esa preocupación, se convierte en angustia.

Es cierto que, cuando tenemos mil cosas en la cabeza, nos sentimos más inquietos, irritables, nerviosos, incluso, ansiosos, pero digamos que, hasta cierto punto, estos síntomas no nos llegan a causar una limitación como tal en nuestra vida, es decir, podemos continuar haciendo lo que hacíamos. 

El problema aparece cuando, esa angustia puede volverse patología, desembocando en un trastorno de ansiedad. Por eso, en el momento que seamos conscientes de que ciertos temas no dejan de rondarnos la cabeza, podamos tener herramientas para gestionarlo y no dejar que vaya a más.

¿Qué hacer para aprender a desconectar?

Algunas claves, que nos pueden servir de gran ayuda para aprender a gestionar toda esa preocupación con las siguientes:

  • Pon en marcha ejercicios de relajación y/o respiración. La relajación nos ayuda a desactivar el nivel de tensión y carga emocional, además de focalizar la atención en otros aspectos que no sean la preocupación. Por otro lado, la respiración, en concreto diafragmática, nos ayuda a controlar y regular los estado de ansiedad y nerviosismo.
  • Ejercicio: la hora de la preocupación. Reserva un momento del día para preocuparte, que no exceda la hora. Si antes de llegar la hora de la preocupación, aparecen pensamientos (que es lo más habitual), trata de anotarlos y redirigir tu atención hacia lo que estas haciendo en ese momento. 
    Esta tarea nos permite reducir el tiempo que dedicamos a todos esos pensamientos y poder analizar qué preocupación es factible o cuál debemos ir desechando.
  • Asume la incontrolabilidad. Ojala pudiésemos llegar a todo, pero es imposible. Hay que empezar a gestionar todo aquello que depende de nosotros, al tiempo que aceptamos que existen variables externas que es mejor dejar ir que intentar controlar.
  • Practica meditación/mindfulness. Son herramientas que nos ayudan a focalizar la atención en el momento presente, de tal forma que son muy eficaces para frenar la anticipación e ideas futuristas.

No obstante, una vez más, todas estas pautas/herramientas son estrategias que nos pueden ser útiles siempre y cuando no hay un trasfondo detrás, es decir, estamos atravesando un momento en el que nos sentimos más inquietos o preocupados por algo y este hecho es el que nos hace estar mas focalizados en nuestras preocupaciones. Pero cuando sea algo que lleva estando presente en nosotros durante mucho más tiempo o existe alguna limitación en nuestra vida cotidiana, quizás lo mejor sea acudir a un profesional que pueda valorar y analizar el caso de una forma individualizada, y desde ahí poder estructurar un tratamiento que se


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